Oko Nonamo: Construyendo juntas una red de comercialización

Los días 20 y 21 de febrero estuvimos de visita en las comunidades warao que hacen vida a lo largo del Mánamo, uno de los caños más grande en los que se divide el Orinoco,  antes de desembocar en el mar.

El propósito de nuestra visita fue reflexionar con las artesanas sobre la importancia del trabajo en equipo para la conformación de una Red de Comercialización que nos ayude aumentar las ventas para garantizar ingresos para las artesanas y sus familias. Lograr conformar una Red de Mujeres Artesanas Indígenas, es uno de los objetivos que nos hemos planteado en el proyecto Mujer Indígena Emprendedora, financiado por la Unión Europea.

El 20 salimos bien temprano desde Tucupita y pasamos recogiendo en nuestra lancha a las mujeres de la comunidad Sagaray; en otra embarcación iban las artesanas de Santo Domingo, Ceibita Indígena y Wakajarita I. En total 20 mujeres de las cuatro comunidades.

El taller No. 1

Comenzamos nuestro encuentro con alegría, jugando a “la lavanderas”, frotándonos como lo hacen las warao cuando lavan su ropa en el río. Por supuesto, que el juego se prestó a risas y causó el efecto deseado: romper el hielo y propiciar la camaradería.

Aprovechando la energía seguimos jugando, esta vez hicimos la “Ere”, un equipo de dos mujeres debió buscar a las otras y sumarlas al grupo, así hasta lograr que todas las participantes formaran un solo equipo.

El juego sirvió de antesala para abrir la reflexión sobre la importancia del trabajo en equipo. ¿Cuál es el beneficio de trabajar juntas? ¿Qué ganamos estando organizadas? ¿Qué tareas se pueden lograr como equipo?

Es interesante ver cómo las artesanas comienzan a dar sus opiniones en su lengua. Pronto se oyen distintas voces y debemos apelar a nuestra traductora oficial, Araselis Calderón.

Es interesante acotar que la mujer warao no acostumbra a realizar visitas sociales a otras mujeres de su misma u otra comunidad. Cada cual está en su janoko (casa) con su grupo familiar, que puede ser bastante extendido, y con quienes realiza las tareas de recolección de fibra, trabajo en el conuco, etc.

No es su costumbre ir a tomarse un cafecito con la vecina. El trabajo artesanal es un hecho individual, en solitario; de modo que la idea del trabajo en equipo, de armar un grupo para hacer cosas juntas no es tan fácil de asimilar.

Las facilitadoras, Claudia Rodríguez y Soliria Menegatti, les instaron a pensar en actividades que podrían hacer en equipo, por ejemplo: ¿Se pueden organizar para la búsqueda de moriche? ¿Se podrían organizar para llevar juntas los productos a la oficina Tucupita? ¿Podrían estar pendientes la una de la otra cuando están enfermas? ¿Qué tal si están pendiente de cómo va la otra compañera con su pedido y si tuvo algún inconveniente, como una enfermedad, para echarle una manito? ¿Se podrían organizar para la compra de alimentos y medicinas?

Seguidamente reflexionamos sobre lo virtuoso que es su trabajo, artesanas tejedoras, que les permite transformar una fibra vegetal e una obra de arte sin abandonar los deberes de casa ni los hijos, siendo sus propias jefas. Ellas no son dignas de lástima sino de admiración.

Continuamos hablando sobre cómo podemos mejorar el equipo. Y aquí aprovechamos para conversar sobre algunos problemas que han surgido recientemente con los tiempos de entrega de los pedidos y las dificultades que tienen las artesanas para llevar la mercancía a las oficina FTV-Tucupita, donde funciona el centro de acopio. Larga fue la conversa sobre este asunto.

La organización que aspiramos: 

Con una lámina mostramos la manera cómo estamos organizados actualmente: somos un gran grupo –una Red- dividido en tres son tres subgrupos étnicos (3 nodos) cada uno funcionando separadamente, pero conectados en un centro que es FTV.  En el caso warao tenemos 9 comunidades: Volcán, Wakajarita I, Santo Domingo, Ceibita Indígena, Sagaray, Wakajara de Mánamo, San José de Wakajara, Ensenada de Wakajara y la Culebrita.

Lo que aspiramos, así lo compartimos con las participantes, es que cada grupo/comunidad tenga una artesana líder que coordine acciones como: 1) Comunicar a las artesanas decisiones importantes que se emane de FTV y viceversa; 2) Revise el progreso de los pedidos; 3) Acopie, y de ser posible, apoye con el traslado de la mercancía hasta Tucupita; 4) Convoque para talleres, ferias, etc.

Se instó a las participantes a escoger a la artesana líder de su comunidad y los resultados fueron: por las comunidades Santo Domingo/Ceibita Indígena, Cecilia López; Wakajarita I, Magdalena Reyes Valderrey; Sagaray, Nélida Cooper.

Los valores de la Red

Para finalizar, conversamos sobre los valores de este equipo, la Red: 1) responsabilidad; 2) compromiso; 3) honestidad; 4) solidaridad; 5) comunicación. Las que participen en esta Red deben compartir estos valores y comprometerse con el conjunto que somos. Se escucharon muchas opiniones, especialmente sobre la responsabilidad.

También se les participó que las integrantes de la Red deben tener: 1) cuenta bancaria; 2) Factura legal; 3) En lo posible trasladar la mercancía a Tucupita, partiendo del hecho que el 31 de julio termina el proyecto de la Unión Europea y no contaremos con recursos para sufragar gastos de lancha. 4) cada grupo tendrá su artesana líder,  y sobre todo,  muy importante, la comunicación entre los miembros del equipo.

Al finalizar se le preguntó, a una por una, si quería ser parte del equipo. La respuesta de todas fue un SI. Sabemos que todavía hay mucho trabajo por delante, a pesar que llevamos ocho años trabajando en estas comunidades.

Preguntamos, ¿Cómo se llamará esta Red (nodo) warao?  Luego de siete propuestas de nombres que surgieron de las participantes, la frase ganadora fue: OKO NONAMO, nosotras tejedoras.

Taller No. 2

La cita fue el 21 de febrero, esta vez participaron 15 artesanas de las comunidades Ensenada de Wakajara, San José de Wakajara y Wakajara de Mánamo.

La voz campante del grupo la llevó la artesana de más edad, Reina Marín, de 64 años, una mujer con mucho liderazgo, que saber leer y se expresa muy bien, proveniente de Ensenada de Wakajara.

Repetimos los mismos juegos e hicimos las mismas reflexiones. En el caso de la comunidad Ensenada de Wakajara la idea del trabajo en equipo no es distante porque pertenecen a una iglesia evangélica y tienen comunicación constante con hermanos de fe que los visitan. De modo que Reina tomó la batuta y explicó muy bien de qué se trata trabajar juntos.

El taller fue llevado en la misma dirección, hasta preguntar a las artesanas si querían pertenecer a este equipo, a lo que manifestaron que sí. Igualmente se les consultó por nombres para identificar nuestra Red warao, surgieron nuevas frases, pero finalmente estuvieron de acuerdo que Oko Nonamo sería la correcta.

Cabe destacar, que por razones de logística solo se invitaron 35 artesanas a estos talleres. Se seleccionaron en primera instancia, a las artesanas que han demostrado liderazgo y que han participado en muchas de las actividades que ha realizado FTV desde el inicio del proyecto. Nuestro compromiso es realizar esta reflexión en cada una de las comunidades con el resto de las artesanas, secundadas por las que participaron en estos talleres, para extender a otras tejedoras la invitación a formar parte de la Red OKO Nonamo.

Otras actividades:


El encuentro fue propicio para realizar las siguientes actividades:

  • Informar sobre la próxima feria en Caracas en el mes de abril y sugerir elaborar productos  para las mujeres, debido a que la feria será dedicada al Día de la Madre.
  • Se les entregó el donativo de vestidos y pantalones de niños hermosamente confeccionados por la profesora Lucrecia Toledo.
  • Se entregaron varios pedidos y se recolectó otros.
  • Se fotografió a cada artesana que participa en la Red.
  • Entrega de un donativo de pasta y crema de arroz realizado la Fundación Cadena de Favores.
  • Se realizaron compras para la tienda.
  • Entrega de anzuelos para la elaboración de zarcillos a las artesanas de Sagaray.

«Imaginar el futuro de la tribu da miedo”: la epidemia de VIH que diezma a una etnia indígena latinoamericana

La epidemia de VIH está avanzando. Foto cortesía: Jacobus de Waard

Hay una comunidad de la etnia warao en la que ya no hay hombres. Todos murieron. Y las mujeres del grupo que sobreviven, están aisladas. Nadie quiere casarse con ellas. Creen que les cayó una brujería.
Por Karenina Velandia
Pero lo que ocurrió tiene una explicación perfectamente científica.
Los hombres de la tribu warao, localizada mayormente en el este de Venezuela, en la desembocadura del río Orinoco —uno de los más importantes de América del Sur y de los más caudalosos del mundo— fallecieron a causa del VIH.
“Tiene una prevalencia del 10% en algunas comunidades.Hay comunidades pequeñas en las que casi todos los hombres que tienen entre 16 y 23 años sufren de VIH”, indica el doctor holandés Jacobus de Waard, del Instituto de Biomedicina de la Universidad Central de Venezuela, quien ha tratado a los warao desde 1993.
Para algunos, ese porcentaje podría parecer menor, pero no lo es.
La prevalencia del virus en Venezuela es de 0,6%, de acuerdo a las cifras de ONUSIDA, el organismo de Naciones Unidas cuyo objetivo es controlar la propagación de la enfermedad.
El hecho de que la presencia del virus entre los indígenas supere el número de personas que viven con VIH en el país, hace que la situación se catalogue como una epidemia.
Y considerando que los warao tienen menos de 50.000 integrantes (según los datos de un censo realizado en 2011 por el Instituto Nacional de Estadística), los efectos pueden ser devastadores.
“Es una situación alarmante por su magnitud. La prevalencia es muy elevada, similar a la que se vio en África al inicio de la epidemia en ese continente. Además, se ha transmitido con mucha rapidez”, le dice a BBC Mundo Flor Pujol, directora del Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y una de las coordinadoras de un estudio acerca del caso de los warao.
Y añade: “También es una situación excepcional porque siendo el VIH una enfermedad ‘importada’, nunca ha sido una condición que afecte a las poblaciones autóctonas latinoamericanas”.
Muerte muy rápida
El tipo de VIH que circula entre los warao tiene una peculiaridad: el virus se transforma en sida con rapidez y ocasiona la muerte del paciente en un período de tiempo corto.
“La mayoría de las infecciones por VIH empiezan como R5, y a medida que la enfermedad transcurre, el virus se transforma en X4, muy lentamente. Esa variante es mucho más agresiva, por lo que el estado de inmunodeficiencia se alcanza con mayor rapidez”, le explica a BBC Mundo Héctor Rangel, biólogo del IVIC, quien también participó en la investigación.
“El 90% de los warao —prosigue Rangel— tiene el X4 y eso no es común, ni en América Latina ni el resto del mundo”.
De Waard dice que la expectativa de vida de los indígenas de la tribu con VIH puede ser de dos años.
La cepa de VIH que afecta a los indígenas es muy agresiva. La cepa que afecta a la etnia, además, es diferente a la que circula entre el resto de la población venezolana.
“Tampoco se encuentra en el Caribe ni en Guyana. Sabemos que el brote empezó en la comunidad de Guayo, en el delta del Orinoco, pero desconocemos su origen. Las cepas parecen filipinas, pero no tenemos certeza. Por el río pasan muchos barcos, quizás se introdujo de esa manera”, señala De Waard.
La importancia de los “tidawinas”
Otra característica de la epidemia es que afecta desproporcionadamente a los hombres.
“En algunas comunidades hasta un 35% de la población adulta masculina está infectada. En lo que respecta a las mujeres, hay casos en los que apenas se llega al 2%”, comenta Pujol.
Un elemento que permite explicar esta disparidad se encuentra en el papel que juega la homosexualidad y la bisexualidad en la cultura warao, según coinciden los científicos que han estudiado el tema.
“Es común que individuos transgénero hombre a mujer (tidawinas en warao) tengan actividad sexual con hombres diariamente en algunas comunidades.
Algunos antropólogos opinan que los transgénero se consideran como ‘esposas’ secundarias”, refiere un estudio publicado en la revista de la Sociedad Internacional de SIDA en 2013 (*).
Un factor adicional que complica la presencia del VIH entre los indígenas es la tuberculosis. Es una enfermedad con alta prevalencia y de larga data entre los miembros de la etnia, lo que los hace más vulnerables. Y ambas condiciones se potencian cuando coexisten en el organismo.
Crisis absoluta
La falta de tratamientos con antirretrovirales para controlar el avance y el contagio del VIH también es un elemento que ha permitido que la epidemia se siga propagando.
El sistema de salud en Venezuela atraviesa una crisis que se ha agravado con el paso de los años, lo que ha hecho que la escasez de medicamentos sea una constante. La Federación Farmacéutica Venezolana calcula que hay problemas con 85% de los productos.
“En este momento hay un desabastecimiento grave de 24 antirretroviralesy hay fallas con 20 más. La última compra de medicamentos para el VIH hecha por el Ministerio de Salud fue en enero de 2017″, le dice a BBC Mundo Regina López, directora de Onusida en Venezuela.
López explica que hay un plan de acción para tratar la situación de los warao que incluye una campaña educativa con el objetivo de prevenir el contagio, considerando la cosmovisión de la etnia.
Creen, por ejemplo, que el “daño” viene del aire y entra a través de la boca. El otro aspecto de la estrategia es la atención médica de la población con VIH.
“Si este plan se hubiera realizado hace un par de años, probablemente la población afectada con VIH en este momento sería menor. Hemos avanzado con lo que podemos, pero hasta que no se adquieran los antirretrovirales, no se pueden iniciar los tratamientos. Lamentablemente no sabemos cuándo se podrán adquirir”, concluye López.
Y es que con un tratamiento adecuado, el riesgo de contagio del VIH es mínimo, no llega al 1%.
Llegar al fin del mundo
Un factor adicional en la ya complicada situación de los warao es el difícil acceso a la zona en la que viven.
Para llegar al lugar hay que navegar durante ocho horas en una lancha rápida, una vez que se llega a la capital del estado Delta Amacuro, en donde se encuentra el delta del Orinoco. La distancia entre esta zona y Caracas es de más de 700 kilómetros.
Hay que considerar, además, otras complicaciones generadas por la crisis económica que atraviesa Venezuela: conseguir combustible es una odisea, los motores de las lanchas son bienes preciados porque no se consiguen en el país o son demasiado caros, así que suelen “desaparecer”. La inseguridad también hace que el viaje sea un riesgo.
BBC Mundo contactó al Ministerio para el Poder Popular de los Pueblos Indígenas, pero al momento de la publicación de esta nota, no había tenido respuesta.
“Sabemos que la enfermedad se está esparciendo, pero desconocemos la dimensión de la epidemia. No tenemos una cifra de muertos, pero en una de nuestras últimas visitas, la mitad de los warao que habíamos diagnosticado con VIH en una comunidad, ya había muerto”, indica De Waard.
Y concluye: “Imaginar el futuro de la tribu da miedo. El número de sus integrantes disminuirá considerablemente. Y un escenario posible sería que desaparecieran”.
Lo que ya está ocurriendo es que muchos están muriendo. Sin duda.
(*) HIV-1 Epidemia en los indios warao de Venezuela: procesos inmunológicos y evolucionarios en virus y patrones epidemiológicos. Julián Villalba y otros, 2013.
Fuente:  BBC Mundo

Delta Amacuro: Tierra de magia ancestral

Delta Amacuro es el estado más oriental de Venezuela, sin duda es un lugar lleno de misterios, magia y pureza. El majestuoso río Orinoco, el más largo del país, es el protagonista del paisaje a lo largo y ancho de este territorio con sus numerosos caños que comunican decenas de comunidades indígenas.

Tener el privilegio de estar en un lugar con tanta importancia cultural como este, se ha convertido en toda una experiencia enriquecedora y valiosa, que por cierto, recomiendo a todo aquel que desee conectarse con la naturaleza y con lo puro de convivir con comunidades que gozan de no estar contaminados de vicios tecnológicos o de estar alejados de una ajetreada vida a la que somos sometidos los que vivimos en grandes ciudades.

Este viaje estaba programado para un fin específico: incentivar y enseñar a las comunidades Warao la siembra y manejo de palmas de Moriche en los conucos familiares, organizado por la Fundación Tierra Viva y un equipo de profesionales con los cuales tuve la fortuna de viajar.

La palma de Moriche “el árbol de la vida” es una especie de palmera que tiene un papel fundamental en el día a día de las comunidades Warao (nombre de la etnia indígena que vive en esta región del país) puesto que esta planta se ha convertido en fuente de materia prima para la realización y confección de toda clase de artesanía, desde hamacas, cestas, carteras hasta accesorios, así como también alimento, siendo el palmito, la fruta en sí, el gusano que esta crea, entre otros, alimentos que hacen parte de la dieta Warao.

Con la fortuna de ser acompañada en todo el recorrido por una intérprete Warao pude pasearme por 6 diferentes comunidades ubicadas siempre en las orillas del río, y muchas veces separadas unas de otras por pequeños caños.

Los Warao son conocidos por ser “gente de agua”, las comunidades conformadas por numerosas familias se caracterizan por habitar las orillas del río y no en medio de jungla y vegetación que les dificulte el acceso al vital líquido. Además poseen una estructura social organizada que les permite tener la figura de Cacique, y una distribución de funciones bien definida entre hombres, mujeres y niños.

Si bien es cierto que estas familias presentan algunas carencias en cuanto a salud, medicina, educación, planificación familiar, alimentación entre otras cosas, puedo decir que una de las cosas que más me gustó de esta experiencia es observar el interés por preservar sus raíces, costumbres, cultura, lenguaje. Solo los adultos hacen su mejor esfuerzo por entender y hablar español, a los niños “los enseña la vida”.

Hay dos maneras de llegar, la primera es viajar hasta la ciudad de Maturín, capital del estado Monagas, ya sea vía terrestre o aérea y a través de una embarcación navegando por uno de los caños del río Orinoco llegar al municipio Pedernales, a pocos kilómetros de la desembocadura al mar.

Otra opción es llegar hasta la ciudad de Puerto Ordaz, bonita ciudad ubicada en el estado Bolívar, y por vía terrestre llegar a la ciudad de Tucupita, capital del estado Delta Amacuro y de allí tomar una embarcación hasta llegar a la comunidad. Yo esta utilicé este camino para llegar hasta la comunidad de Wakajarita a dos horas de distancia de la ciudad y donde comenzó toda la experiencia al ser acogida por Orlando y su familia.

Aprovecho para hablarles de Orlando, un joven Warao emprendedor que desarmó su casa para construir un campamento, el cual sigue acondicionando para la llegada de turistas, quizá es la más sencilla de las estancias pero una de las que más te permite estar en conexión permanente con la naturaleza y con la sencillez de la vida.

Terminar el día con la luz del sol, comenzarlo con el cantar del gallo y el sonido de los monos Arawakos, tomar un baño con aguas del río más importante del país y con vista a todo el conuco, ver, como primer paisaje al despertar, la corriente del río en dirección al mar llevando a su paso cientos de plantas acuáticas flotantes llamadas “Bora” y luego ver la corriente regresarlas al medio día, disfrutar de un atardecer sin precedentes, deleitarse con una noche estrellada entre el sonido de grillos y sapos, dormir mecido en una hamaca, con suerte, despertar a media noche con el sonido de la lluvia y el golpear del agua con las palmas de moriche seco que funcionan como techo.

Y en mi caso además de todo lo anterior, estar rodeada de dulces niños que aunque no pude hablar con ellos, a pesar de eso, nos pudimos comunicar a través de sonrisas, gestos o hasta la fotografía nos sirvió de puente.

Orlando y su familia apuestan al turismo en la zona, es por ello que la Fundación Tierra Viva ha promovido talleres, y promoción del lugar, incentivando y apoyando a los nuevos emprendedores turísticos.

Adicional a Wakajarita hay otros espacios más desarrollados para el turismo, como lo es la posada Oropéndola, atendida por Miguel, quien construyó un lugar turístico a modo de palafito que en plan de paquete incluye algunos paseos a caños aledaños así como otro tipo de actividades recreativas. https://posadaoropendula.wordpress.com/

Si conocemos otras latitudes, por qué no conocer lo bonito de nuestra tierra, de nuestra gente, de nuestra historia, de nuestro origen, de nuestra esencia. Los Warao llegaron hace cientos de años a esas tierras y también, cientos de años después, llegamos nosotros con la “civilización” en los hombros, olvidando espacios y personas que representan un papel fundamental en nuestro gentilicio, como lo es el Delta del Orinoco, un espacio mágico donde desemboca al mar el río más grande y poderoso de nuestro territorio, y su gente, los primeros pobladores de este bello pedacito de gracia llamado Venezuela.

Gracias a la Fundación Tierra Viva por tan valioso apoyo en vivir tan bonita experiencia y por contribuir día a día en el desarrollo de nuestro país. (http://deltatierraviva.blogspot.com/) (http://www.tierraviva.org/)

Por Diana Carolina Beltrán

http://loscuentosdetita.com

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