Los pasados 31 de mayo y 1 de junio, estuvimos de visita en las comunidades warao para realizar el taller Empoderamiento para mujeres indígenas warao, facilitado por la Lic. Alicia Moncada, experta en perspectiva de género.
Al primer taller del 31 de mayo asistieron 28 artesanas, procedentes de las comunidades Santo Domingo, Ceibita Indígena, Wakajarita I y Sagaray. Por la comunidad La Culebrita nos acompañó la artesana María Luisa Medina, quien desde el año 2010 participa en los proyectos que adelanta Fundación Tierra Viva, y por la comunidad terrestre Volcán, Zenaida Arzolay.
Para el taller del 01 de junio nos acompañaron 20 artesanas de las comunidades San José de Wakajara, Wakajara de Manamo y Ensenada de Wakajara.
Ambos talleres se iniciaron con una encuesta que nos permitió conocer aspectos relevantes sobre el empoderamiento de las artesanas. Dos de las preguntas realizadas fueron:, quién administra el dinero que reciben por la venta de artesanía y cómo se sienten aportando ingresos a su familia como producto de su trabajo. Para sorpresa nuestra, de 44 mujeres encuestadas, 34 (77,27%) respondieron que ellas son responsable de la administración del dinero que entra producto de la venta de su trabajo como artesana. 10 (22,73%) respondieron que tanto ellas como sus esposos (los dos juntos) deciden sobre lo que se gasta en comida con el dinero que entra producto de la venta de su trabajo como artesana. Estas respuestas, junto con afirmaciones como que ahora se sienten más seguras, libres, motivadas, fuertes, son indicativas del fortalecimiento y empoderamiento que han alcanzado las artesanas warao que participan en el proyecto Mujer Indígena Emprendedora.
Frente a la pregunta, qué necesitan para sentirse más felices, hubo una respuesta recurrente: medicinas y salud para los niños. Era de esperarse esa respuesta, en vista de la total ausencia de asistencia médica en que hoy se encuentran las comunidades warao.
Participantes 31 de mayo
Participantes 1 de junio
Taller 31 de mayo
Luego de las encuestas, se dio inicio al taller con una historia motivadora. La artesana Zenaida Arzolay, de la comunidad terrestre de Volcán, compartió con las compañeras su historia de vida, resaltando el hecho que con su trabajo como artesana logró criar y darles educación a sus 8 hijos.
Seguidamente se les repartió una hoja y se les pidió que hicieran un dibujo de sí mismas, agregándole aquellas palabras que las describieran: trabajadora, alegre, buena, amistosa, fuerte, atrevida, tranquila, mamá, etc. Aunque parece fácil el ejercicio de describirse a sí misma, no lo es para la mujer warao que desde muy jovencita está dedicada a la crianza de los hijos y al cuido del hogar. Pensar en lo que soy y lo que deseo no es tarea recurrente. Como dato interesante, las 48 artesanas que participaron en los talleres sumaron entre todas 234 hijos, un promedio de 4,8 hijos por artesana. Nos podremos imaginar el trabajo que eso supone.
Poco a poco comenzaron a aparecer los dibujos, los adjetivos, y las risas no se hicieron esperar. Luego se les pidió que hablaran de su vida cotidiana, lo que hacen cada día. Tomó la palabra la artesana María Luisa Medina, la mujer de más edad de la comunidad La Culebrita, madre de 15 hijos, que nos contó que teje durante muchas horas al día, además de pescar para comer. Se le preguntó cómo llevaba la artesanía a Tucupita sino tiene lancha con motor, respondiendo que la lleva en su curiara, a canalete, lo que le toma 3 días. Un dato importante, María Luisa tiene 70 años.
María Luisa contando su historia
Edelia Cooper y Julia Sosa, las mujeres de más edad de las comunidades Wakajarita I y Sagaray también nos contaron cómo es un día en su vida. En todas las participantes hay un rasgo común: mucho trabajo para conseguir alimento y muchas horas del día dedicado al tejido. Estas mujeres han encontrado en la elaboración de artesanía un trabajo real, remunerado, al que dedican muchas horas de su día día. Las artesanas también mencionaron como su relación con FTV les cambió la vida porque ahora tienen un comprador seguro que paga los productos a mejor precio.
Después de un suculento almuerzo, se dividió a las participantes en equipos por comunidad, y se les pidió que en una hoja elaboraran un calendario donde se reflejara el ciclo de producción. Fue un ejercicio muy interesante, especialmente para el equipo FTV, que entendió cómo el ciclo de invierno influye en el color del moriche. Por cierto, aprovechamos la oportunidad para recordarles lo importante de recolectar agua de lluvia, hervirla para tomarla o utilizar el método Sodis (explicado en talleres anteriores) para la desinfección del agua.
Participantes exponen ante sus compañeras
Cada equipo expuso su trabajo. De enero a mayo se recoge moriche, se deja un mes por medio para que la planta se recupere. En esta época el río está más limpio y el moriche queda más blanco, además, el sol ayuda a que se seque bien. Estos meses son los mejores para realizar piezas grandes como chinchorros, puesto que hay más disponibilidad de materia prima. En mayo entran las lluvias y es época de sembrar, la producción artesanal baja porque no se puede secar bien el moriche y se pone rojo. Los meses de invierno son para piezas pequeñas como accesorios y cestas de pequeños formatos. Con los datos de todos los equipos se hizo un calendario común tomando en cuenta la época de invierno y verano.
Para finalizar, se reflexionó sobre su trabajo natural como artesanas, la importancia de su autonomía y de cuidarse e invertir en sí mismas. La Red de Artesanas como espacio de articulación, más allá de la comercialización, para conseguir y exigir soluciones a sus problemas.
Participantes se dibujan a sí mismas
Taller 1 de junio
Iniciamos el taller con la encuesta y el dibujo de sí mismas. Esta vez las ayudamos un poquito con un afiche que contenía palabras/adjetivos en castellano-warao.
El segundo ejercicio consistió en un trabajo grupal, por comunidad, donde se abrió la discusión sobre 2 preguntas: qué quiero ser y qué quiero tener. Nuevamente, no fue fácil llevarlas a pensar en sí mismas, en las mujeres que somos y las aspiraciones que tenemos. La discusión tímida en principio, fue tomando cuerpo, y comenzaron a salir cosas, los deseos se fueron plasmando en el papel: Tener educación para ser fuerte, saber leer y escribir, hablar castellano, tener más pedidos para estar motivadas, más apoyo de los esposos para ellas y sus familias, comprar ropa y herramientas, salud y medicinas, lentes para ver mejor, cocina a gas, luz eléctrica, lanchas y motores, tener un conuco grande para no depender de las bolsas del gobierno. Salió de todo, desde machetes, botas y medicinas hasta ropa interior y un teclado para tocar música! Cada grupo hizo su exposición.
Participantes elaboran ciclo de producción
Seguidamente se abrió la discusión en grupo y se platearon 3 nuevas preguntas: 1) ¿Por qué soy importante para mi familia? 2) ¿Por qué las artesanas deben usar y administrar su propio dinero producto de su trabajo? 3) ¿Qué pasa con nuestros esposos? De la tercera pregunta se conoció que muchos esposos están bravos con las mujeres porque ahora ellas ganan dinero los que les da cierta autonomía e independencia. Algunas mujeres comentaron que los esposos ya no quieren cortarles cogollos de moriche para que saquen fibra. Algunos alegan que están trabajando en otras cosas y no pueden ayudarlas, por lo que, algunas artesanas como Mélida Sosa, de la comunidad San José de Wakajara, se organiza con otras 3 mujeres y juntas van a cortar cogollos.
Al menos 2 artesanas manifestaron que han sido víctima de violencia conyugal; una de ellas porque no le dio más la tarjeta bancaria a su esposo para hacer compras debido a que gastó el dinero en bebidas alcohólicas. La insulta y pronuncia improperios contra el equipo de FTV. Los últimos 3 días se había ido de casa. La otra artesana había sido golpeada durante muchos años. Pero ella se ha parado firme, enfrentando con decisión al marido violento. Haciendo valer su derecho a trabajar y ganar dinero como artesana. Una frase suya, dicha a su esposo, nos conmovió literalmente: “si es de explotar, explótate, yo voy a seguir tejiendo”.
Se le instó a seguir trabajando organizadamente, como equipo, para conseguir cosas que desean. Por ejemplo, abrir un fondo donde cada artesana haga un aporte de la venta de artesanía para comprar algunos artículos que son necesarios para procesar el moriche o para hacer conuco, que pueden usar de manera comunitaria, como machetes para cortar moriche, olla para hervir y blanquear el moriche y una ponchera para lavarlo, tal como lo apuntaron en el ejercicio de “lo que queremos”. Afirmamos la importancia de la organización para luchar por reivindicaciones, tanto en el área de la salud como en la educación, que tanto carece la comunidad.
Participantes reciben certificados
A ambos grupos se le hizo una encuesta final para medir el impacto de los talleres en cada participante. Respuestas como: animada, importante, con ganas de trabajar en mis sueños, fueron las más recurrentes en las encuestadas. Ante la pregunta quién crees después del taller que debería administrar los recursos de tu trabajo como artesanas, YO y los dos Juntos (refiriéndose a la artesana y su esposo) fueron las respuestas contundentes. De esta manera, notamos a unas artesanas empoderadas en lo relativo a la administración de sus ingresos producto de su trabajo. Todas, sin excepción, quieren seguir trabajando como artesanas, comprendiendo que ese es su ocupación laboral natural. Apuntaron también la importancia de FTV en este proceso, y la ayuda que habían recibido en estos últimos años, puesto que antes nadie les compraba la artesanía.
Finalmente, se conversó sobre la finalización del proyecto Mujer Indígena Emprendedora y cómo puede operar la Red de Comercialización para que fluyan los pedidos y las compras. Al respecto, se les informó que las artesanas Cecilia López, coordinará las acciones de las comunidades Ceibita Indígena, Santo Domingo y Wakajarita. Nélida López coordinará en Sagaray. Ambas artesanas se mantendrán en comunicación con el equipo de FTV-Delta, aprovechando que Cecilia López es la única artesana de la Red con acceso a un teléfono, para tomar pedidos, entregarlos, coordinadamente con Nélida, al resto de las artesanas de esas comunidades. Velarán porque se realicen los encargos, acopiaran y llevarán las piezas a la oficina FTV-Tucupita. FTV apoyará con el pago de los pasajes.
A todas las artesanas participantes se les entregó un certificado como participante de la Red de Artesanas Oko Nonamo (Nosotras tejedoras), organizada a partir del proyecto Mujer Indígena Emprendedora, financiado por la Unión Europea.Con respecto a las artesanas de las comunidades Ensenada, San José de Wakajara y Wakajara de Manamo, situadas a dos horas de Tucupita y sin ninguna conexión teléfonica, se les pidió trabajar coordinadamente con Vixla Migallones a quien su esposo la lleva en su lancha eventualmente a Tucupita. Mélida Sosa, coordinadora por la comunidad San José de Wakajara propuso que hablará con el esposo de la artesana Marcelina para que les haga el traslado. FTV apoyará con la gasolina. Se incluirá a las artesanas de la comunidad Wakajara de Manamo. Las artesanas de la Culebrita van regularmente a la oficina, utilizando sus curiaras y canaletes.