Fundación Tierra Viva y el proyecto Mujer Indígena Emprendedora

Palabras de Alejandro Luy, gerente general de Fundación Tierra Viva, en el evento de presentación de los resultados del Proyecto Mujer Indígena Emprendedora, el 27 de julio de 2018 en el Centro Comercial Tolón Fashion Mall, Las Mercedes, Caracas.
Estimada embajadora de la  Unión Europea en Venezuela, Isabel Brilhante Pedrosa, y demás representantes de la Delegación de la Unión Europea.
Edouard Mayoral, representante de la Embajada de Francia.
Artesanas Nélida López, Nirka López, Mélida Sosa y Cecilia López, Araselis Calderón del pueblo Warao, Luvi Morales, Isabel Morales, Gloria Fernández y Gisela Ipuana del pueblo Wayúu, y Luz María García del pueblo Ye’kwana.
Amigas y amigos de Fundación Tierra Viva.
Miembros de la Junta Directiva, y todo nuestro equipo de Fundación Tierra Viva.
Desde hace más de 25 años, Fundación Tierra Viva forma parte de la compleja e importante sociedad civil de Venezuela.
Inicialmente trabajamos exclusivamente en torno a la educación ambiental, pero desde ya hace más de 20 años el modelo de desarrollo sustentable y la contribución a mejorar la calidad de vida forma parte de nuestra misión.
El proyecto Mujer Indígena Emprendedora se inscribe en una de nuestras áreas de trabajo: Productos con Historia, cuyo objetivo es apoyar los procesos de comercialización de iniciativas socio-productivas de toda Venezuela bajo criterios de comercio justo.
La ejecución del proyecto, del cual hoy presentaremos sus resultados, respondió a elementos esenciales de la manera de actuar de Fundación Tierra Viva:
  1. Procesos de capacitación y acompañamiento, para el mejoramiento, del desarrollo de capacidades y del conocimiento y valorización del individuo.
  2. Promoción de la organización y el trabajo comunitario.
  3. Creación y fortalecimiento de alianzas, con diversos sectores.
  4. Valoración y conservación de las riquezas naturales y culturales.
Mujer Indígena Emprendedora no salió de la nada. Cuando el proyecto fue presentado ante la Unión Europea, en la convocatoria de 2013, había un trabajo que le antecedía:
  1. Desde 1998 estábamos asentados en el Delta del Orinoco, trabajando con comunidades warao y no warao, promoviendo la cultura de la segunda etnia más numerosa de Venezuela. Desde esa fecha somos actores presentes, de todos los días, en una de la regiones con mayor pobreza del país.
  2. Desde 2010 con el financiamiento de Chevron estábamos trabajando con artesanas warao del varias comunidades del municipio Tucupita para apoyarlas en los procesos de formación y comercialización.
  3. En esos años ya habíamos establecido alianzas con Phynatura para apoyar la comercialización de cestas ye’kwana, y también con la familia Ipuana del municipio Mara.
  4. Teníamos unos primeros pasos para contar con una tienda en línea.
  5. En 2012 iniciamos un negocio inclusivo con Franceschi Chocolates.
Y es así, y a partir de la articulación de todas esas experiencias y la capacidad de expandirlas, como después de la evaluación positiva de parte de la Unión Europea, hace cuatro años empezamos la ejecución de este proyecto de largo aliento que involucraba a mujeres artesanas que habitan en los estados Delta Amacuro, Bolívar y Zulia; de punta a punta de Venezuela; de una región rural a otra.
Y desde ese momento hasta ahora pasaron muchas horas, que se resumen en un video y en la exposición de Soliria Menegatti.
Pero podemos decir que fueron muchas horas de lanchas, muchas horas de trabajo con las artesanas, reuniones con aliados, compra y venta de mercancía, organización y participación en ferias, embalajes que iban y venían desde Tucupita.
Hicimos talleres en lugares donde la gasolina es un bien escaso y muy preciado; o donde la “inseguridad” se siente en el ambiente.
Nos comunicamos con artesanas que solo captan la señal de sus celulares en una punta específica de su comunidad, o que viven sin luz varios días a la semana.  O simplemente no les llega la señal nunca.
Y en diciembre de 2016 enfrentamos la “eliminación” del billete de Bs 100, y más recientemente tuvimos que bancarizar a muchas artesanas para poder garantizarle su dinero simplemente porque no hay efectivo.
Y coordinar los traslados de artesanas a la oficina de Fundación Tierra Viva para que pudieran comprar con los ingresos, producto de su trabajo (confinados en sus tarjetas de débito), los insumos necesarios para su cotidianidad, imposibles de adquirir dónde no haya puntos de venta.
Y de septiembre 2017 a enero de 2018, no hubo DICOM para convertir el dinero del proyecto en bolívares, pero no por ello nos detuvimos.
Llevamos la cultura de las tres etnias a Lara, Mérida y Caracas, y a diseñadores y comunicadores sociales hasta sitios distantes y hermosos de Venezuela.
Y aún estamos difundiendo por diversos medios – blog, material divulgativo, redes sociales, páginas web – lo significativo de este trabajo para el logro de una mejor calidad de vida de las artesanas y sus familias, y en general para el desarrollo sustentable del país.
Finalizo agradeciendo el apoyo recibido por quienes aportaron recursos económicos, humanos, de infraestructura; apoyan a las artesanas y se han convertido en clientes y/o promotores de su trabajo.
Esperamos que sigan haciéndolo, porque Mujer Indígena Emprendedora continúa.
A todos, gracias
Alejandro Luy